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MALVINAS Causa Nacional y Regional

Los combatientes de Malvinas pasaron de ser protagonistas de un acontecimiento bélico de alta significación histórica, a militar como víctimas de la dictadura. La situación de los veteranos atravesó distintas etapas. Desde el ocultamiento y la orfandad inicial, hasta la fecha, cuando se está reparando el martirio económico sufrido. Queda pendiente la deuda más relevante que la sociedad tiene para con ellos, la de su definitivo reconocimiento histórico.

Francisco “Pancho” Pestaha

Las versiones de lo sucedido en 1982, reproducen una analogía de lo sucedido con el terrorismo de estado de 1976.


La Historia Oficial se basa en la Doctrina de un Demonio Unico. Ella considera que los militares argentinos puestos contra las cuerdas por la resquebrajadura del régimen iniciado en 1976 y buscando una razón oportunista que les diera un respiro, pergeñaron una “invasión” a Malvinas. En el relato de esta historia, se acusa a los militares y el pueblo argentino de cometer una especie de pecado bíblico, al enfrentar a un poder como el británico y desobedecer consejos del presidente de los EEUU. Esta versión realimenta que una “democracia inglesa”, apoyada por la democracia norteamericana, marchó a frenar militares fascistas. Además de buscar poder hegemónico en la construcción del pasado, deducen alegremente que tras la guerra, aumentaron sus derechos sobre el Atlántico Sur. Políticos enfrentados a la gestión de Cristina Fernández de Kirchner y un famoso grupo de intelectuales comandados por Beatriz Sarlo y Jorge Lanata militan como porta estandartes de esta historia oficial. Una parte de la izquierda los acompaña.



Para el revisionismo histórico y el pensamiento nacional, esta versión es la representación descarnada de la Desmalvinización, relato que conviene a los intereses británicos. El resultado de la guerra para esta versión fue una victoria abrumadora británica, como si en términos futbolísticos se hubiera perdido el partido por 10 a 0. En esta historia, los soldados del pueblo que lucharon contra los británicos, son objeto de lástima y conmiseración y se los oculta en los medios de comunicación.


Francisco Pestanha señala que este relato intenta desconectar la guerra de Malvinas de la política colonial de avasallamiento, que mantiene Inglaterra con el Atlántico Sur y el Río de la Plata desde hace dos siglos y medio. El motor esencial de esta historia es la Des-Historización y la disociación del enfrentamiento de 1982 con el contexto geopolitico del Imperio Británico y sus políticas de siglos para con la Argentina. Si Jauretche viviera denunciaría la Guerra de Desmoralización que este relato oficial dispara sobre el pueblo, la Nación y sus soldados.



Para La Otra Historia que está inscribiendo el revisionismo histórico, el pueblo en armas, reiteró en 1982 la Epica que sostiene desde hace 250 años ante un adversario Imperial. Juan Bautista Cabral de 1812 es en Malvinas un Ismael Poltronieri, peón de campo, soldado de19 años que cambió el arado por una ametralladora MAG y está más condecorado que Cabral. La audacia de un Bouchard desembarcando en California, hoy inviste al piloto de A4 Ureta atacando al portaviones “Invencible”. El capitán Soler luchando codo a codo con San Martín adopta el cuerpo de Robascio conduciendo 1000 hombres de 19 años del BIM5 en la batalla de Tumbledown. Tripulantes de un submarino con paredes de plástico (fibra de vidrio) dieron combate hasta el hundimiento. Un cabo jovencito de Prefectura, derribó un Sea Harrier segundos antes de morir acribillado abrazando su ametralladora. La épica gigantesca del gaucho Rivero en 1834 ha investido a los miles de soldados, que aunque hambrientos, extenuados y en mala condición física, dieron cátedra de excelencia a las tropas británicas en varias batallas memorables, que el revisionismo empieza a poner a plena luz.



Es crucial no olvidar que esta gesta como las sostenidas desde hace 250 años, ha reproducido una asimetría gigante. David luchó contra Goliat en 1982, reiterando la disparidad que separa a un país modesto del poder imperial más grande de todos los siglos. Otra vez Inglaterra atacó potenciada por la alianza más poderosa del mundo, en 1846 con Francia, en 1982 con los EEUU.



Para un score desde la óptica futbolística, el revisionismo histórico no hace conjeturas ideológicas y se basa en la objetividad militar planteada por los británicos. La pluma autorizada del jefe de la Task Force, almirante Sandy Woodward confesó que el score terminó 10 a 9 y en tiempo de descuento. En su libro célebre, el oficial británico reconoció que no aguantaban una semana más, ya que el hundimiento de sus barcos con pertrechos y las bajas de barcos, aviones y hombres los tenía al límite de sus reservas de agua, alimento, munición y moral.



El revisionismo se hace fuerte en el Informe Rattenbach, única investigación militar seria realizada por los propios militares. Siguiendo este informe distingue las Decisiones Estratégicas de Galtieri y sus generales, plagadas de negligencia y vacilación y las separa del Combate Táctico llevado a cabo por los pilotos, los 8.000 soldados y unos 3000 oficiales jóvenes. Ellas abundan en valentía y heroísmo.



En la gesta de 1982 las cosas han sido impuras y el revisionismo no teme esto, porque su épica y ética no está reñida con el realismo histórico más descarnado. Hay oficiales como Astiz, genocida antes de la guerra y cobarde durante la misma, por eso se lo condenó primero por la justicia y luego en el Informe Rattenbach. A Liniers se lo condecoró por su patriotismo ante los ingleses y se lo fusiló por traicionar la Revolución de Mayo. Hoy tenemos oficiales de marina condecorados por su valor en Malvinas y después “condecorados” a prisión perpetua por actos contra el pueblo antes de Malvinas.


Malvinas es Causa Nacional y Regional que nos viene de los antepasados y que nos ha tocado defender a cómo de lugar. Será causa y gesta de nuestros hijos y nietos hasta una efectiva y completa resolución.



Ahora bien, en la actualidad, y como bien señala Virginia Gamba, se manejan algunos “mitos” en relación a las hipótesis de conflicto, el rearme argentino y la militarización del Atlántico Sur, todo ello en relación a la Cuestión Malvinas.



Una de estas ideas propaladas es que la presencia militar británica en Malvinas es para defender al Gobierno de las islas Malvinas de un ataque argentino.



Lo concreto es que no existe una sola base militar en las islas, existen dos. Una en las Malvinas y la otra en las Georgias y Sandwich del Sur. Ambas cumplen funciones diferentes, pero complementarias.



La base militar británica en las Malvinas sirve a tres propósitos:



El primero y más importante es el de proveer trabajo, apoyo y diversión para la población exógena y endógena de las islas y sirve a los intereses económicos de la antigua compañía monopólica de las islas, la Falkland Island Company -cuyos fondos y dueños son europeos que viven en Europa. Esta compañía se diversificó en varias empresas de servicios para proveer transporte, turismo, vivienda y alquiler de vehículos en las islas (al servicio del personal militar rotativo) y para explorar y explotar hidrocarburos así como continuar el antiguo negocio lanar del lugar. La base militar Malvinas duplica el número de habitantes de las islas. En esta situación -grosso modo-, la mitad de la gente que vive en las islas está compuesta por militares, tres de cuatro viven del negocio de la base militar y uno de cuatro vive del negocio diversificado de las compañías europeas monopólicas. Solamente una de cada cuatro personas que están en las islas hoy es nativa de las islas. Los nuevos habitantes de éstas han venido atraídos por la base militar en sí misma.



El segundo propósito es el de contrarrestar cualquier intento de recorte presupuestario a las FF.AA. que el Gobierno inglés desee imponer porque, al ser indispensable la existencia de una base militar para la economía de los isleños, es fácil pelear para no reducir el presupuesto militar.



El tercer propósito es servir como base de apoyo y de proyección geoestratégica tanto de la OTAN como de la Unión Europea con el triple fin de controlar el transporte de materiales estratégicos (como ser hidrocarburos), discriminar a favor de compañías europeas en la exploración y la explotación de recursos no renovables y renovables en la plataforma continental, y condicionar el acceso hacia y desde el Atlántico al Pacífico y desde el Atlántico hacia la Antártida de acuerdo con el nuevo concepto estratégico de la OTAN de 2010 y con la nueva política marítima geoestratégica de la Unión Europea 2009. En esta última función comparte tareas con la base militar Georgias y Sandwich del Sur.



La base militar Georgias y Sandwich del Sur ocupa un nuevo territorio de ultramar europeo:



En las islas sólo viven sus militares y los científicos de la British Antarctic Survey. Con sus puertos de aguas profundas y la presencia militar y científica permanente, esta base tiene por objetivo inmediato desarrollar la proyección europea de soberanía en la Antártida y controlar el acceso global al continente blanco negando ese espacio al resto de los países, particularmente los más cercanos de América del Sur. En 1985, cuando Londres dividió Malvinas de Georgias, otorgó el mismo status a los dos grupos de islas como territorios de ultramar con Gobierno propio y asociados a Gran Bretaña y por lo tanto a la Unión Europea. Asimismo, Londres transfirió el reclamo territorial antártico inglés de Malvinas a Georgias y construyó la segunda base militar para servir a ese propósito. La militarización de las Georgias y Sandwich, al estar en zona subantártica, rompe el espíritu y la letra del Tratado Antártico. Entendiendo que ello es así, Gran Bretaña declaró en 2009 una zona de exclusión de un millón de millas alrededor de estas islas como reserva natural y ecológica para defensa del medio ambiente y la biodiversidad. Por ende, según dice Londres, la base militar Georgias se dedica a la protección del medio ambiente y no militariza la Antártida. Esta misma estrategia fue aplicada en el año 2010 al territorio británico de ultramar en el océano Índico, efectivamente declarando las islas Chagos como reserva ecológica, lo que le permite mantener las islas despobladas salvo por las bases militares existentes, como la de la isla Diego García, en el corazón de este grupo.



Por todo ello, se puede inferir que la negativa británica de solucionar pacíficamente la disputa por soberanía en la cuestión Malvinas está solamente justificada por su imperiosa necesidad de mantener militarizado el Atlántico Sur.




Otra de las ideas en circulación es que las bases militares inglesas en el Atlántico Sur no amenazan a Sudamérica. Esto no es así, sí hay una amenaza concreta.



Los territorios de autogobierno asociados a Inglaterra en Sudamérica y en el Índico también actúan como bases militares en la proyección marítima de la Unión Europea como lo indica claramente el documento del directorado de defensa y seguridad de la Unión Europea de febrero de 2009. Lo mismo pasa con los territorios franceses. Ya que la mayoría de estas bases son de países que también son miembros del Tratado Transatlántico (OTAN), estas mismas bases hacen a la proyección actual de la OTAN a nivel global. El cambio del concepto estratégico OTAN en 2010 transformó el objetivo de la organización: ya no sirve más a la defensa común, sino a la seguridad común de sus miembros. La seguridad, como concepto, se expandió para incluir amenazas a la seguridad climática, energética y alimentaria de sus miembros. Por eso las cuatro prioridades hoy de la OTAN son: la ciberdefensa, la defensa energética, la seguridad climática y la cooperación (geoestratégica) para hacer frente a las nuevas amenazas a la paz y a la seguridad de sus Estados miembros. La nueva política de defensa y seguridad de la Unión Europea y las nuevas prioridades de la reformulada OTAN hacen a la búsqueda de respuestas militares a amenazas no militares a la seguridad de los pueblos que incluyen fundamentalmente la competencia por los recursos naturales necesarios para sostener la energía, la alimentación y la economía de Europa. La seguridad climática también indica la necesidad de ocupar espacios europeos cada vez más lejos del área geográfica europea original. Esto también se manifiesta en la OTAN que está -bajo sus nuevos mandatos- extendiendo su accionar geográfico ya no hasta el Ecuador en el Atlántico sino a todos los mares y latitudes del mundo. Por todo ello, la existencia de bases militares de estas características a menos de 400 kilómetros de las costas continentales de América del Sur representa una amenaza a la libertad y a la sustentabilidad económica de la región toda y no sólo de la Argentina.


Y aquí el corolario es la necesidad de disponer de una Fuerza Militar Suramericana (FMS), para hacer frente a esta amenaza, ya concreta y agazapada para cumplir su propósito, o el que se le asigne en función de la política de seguridad citada.


Para que esta FMS exista, es imprescindible que cada uno de los países miembros de UNASUR ponga en juego a sus propias Fuerzas Armadas. Con el equipamiento y el entrenamiento necesario a sus fines.

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