top of page

Mujer, Genero y Clase


Un ejercicio necesario para determinar nuestra acción, es definir quiénes somos. Definimos, entonces: somos mujeres. Entonces es que se abre el dilema, porque debemos llegar a un acuerdo respecto de qué quiere decir 'somos mujeres'. El diccionario de la Real Academia Española, por poner solo un ejemplo, define a la mujer (entre otras acepciones) como:


1. Persona del sexo femenino. /2. Que ha llegado a la pubertad o a la edad adulta./ 3. Que tiene las cualidades consideradas femeninas por excelencia. ¡Esa sí que es una mujer!/ 4. Casada, con relación al marido. Sin embargo… ¿es esto lo que nos define? No. Claramente esto no describe mi cuerpo, ni mi vida, ni mis posibilidades, ni mi función. Entonces, se hace necesario reformular. Decir no solo que somos mujeres, sino que somos además una decisión. Nos detendremos, pues, en la consciencia que implica definir quiénes somos. Como sucede siempre con la conciencia no somos conscientes solo por ser. Es decir, la pertenencia de clase no nos dota instantáneamente de una consciencia de clase. Es necesario que esa consciencia se vea ferozmente transformada: que la clase adquiera conocimiento de sí misma como clase (y no ya como conjunto-de-personas-que-trabajan), con un destino común y una historia compartida. Es esto (el salto del somos al sabemos que somos) lo que nos vuelve motor del cambio: es lo que nos vuelve un sujeto (colectivo) político. Algo similar pasa con la consciencia sobre el género, por lo que se hace necesario repensar qué, cómo y cuándo sucede que nos convertimos no ya en mujeres como categoría sociológica, sino en Mujeres, como categoría política. La dificultad radica en que se trata de un sistema de representaciones muy antiguo, que regula, explica y sostiene nuestras relaciones familiares, afectivas, sexuales. Y este enraizamiento profundo hace que la conciencia de género sea una labor ardua, compleja y controvertida que lleva a aberraciones tales como la existencia de mujeres machistas, gays heterofóbicos o lesbianas misóginas. Por supuesto no es esta la norma, pero el límite es claro: la pelea no es contra una clasificación de género, sino contra la clasificación de género. Porque reproducir el esquema de sometimiento con signo cambiado, no es más que reproducir el sometimiento. El capitalismo es un sistema que se basa en la dominación, el sometimiento, la humillación y la explotación. Hizo suyo un modo de organización de géneros que se basaba en una desigualdad y permitía, explicaba y sostenía todas las desigualdades que el sistema traía como resultado. Y funcionó. Funcionaron complementariamente los dos sistemas de sometimiento. Pero ¡cuidado! Que el capitalismo bien puede, como sistema, servirse de cualquier mecanismo de dominación que organice el mundo y asegure la explotación. Para esto debemos entender que si la clasificación de género es un sistema de dominación cultural e históricamente determinado, la consciencia de género es, a la vez, el gérmen de la resistencia y la destrucción de esa dominación. Es decir, si el sistema nos vuelve subalternas/ sometidas/ dominadas por motivos de género (por ejemplo, por ser mujeres), es justamente nuestra consciencia sobre esa situación (la de ser mujeres y estar sometidas) lo que nos convierte, como potencia liberadora, en el sujeto político colectivo capaz de terminar con ella. La consecuencia de esto es que el género no es ya una categoría de mujeres ni de identidades subalternas, sino que el género es una decisión. Así como no hace falta ser un campesino de Cracovia para comprender las injusticias a que el campesinado se ve sometido, tampoco lo es ser mujer para hacerse cargo de la desigualdad de género. Vale decir, mientras que la dimensión del género como categoría de sometimiento es una imposición, la consciencia de género es un gesto ferozmente político, y en esos términos, una decisión: la irresistible e indetenible decisión de ser el sujeto político que construye un mundo en el que no existan sistemas de dominación de clase ni de género. Exactamente esa decisión es lo que nos define y debe regir nuestra acción. Y es exactamente sobre el cómo que debemos detenernos a pensar.

bottom of page