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La Victoria del Pueblo en su Aniversario 36

  • La voz del Sandinismo / Nicaragua
  • 19 jul 2015
  • 6 Min. de lectura

Veinte años después del Triunfo de Enero del 59, la Revolución Cubana no estaba sola. En la hermana Nicaragua había triunfado el 19 de julio de 1979 otro despertar de Pueblo, cuya acción armada, liderada por su vanguardia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ponía final a una cruenta y rapaz tiranía de casi medio siglo.


La Revolución de Nicaragua no hubiera sido posible sin el antecedente de la Revolución que dirigió Fidel Castro; ni la Revolución de Chávez, admitió el Comandante Tomás Borge, único sobreviviente de los fundadores del FSLN, años antes de pasar a la inmortalidad.


Cuba seguía paso a paso los acontecimientos en el país centroamericano y la mitad de la portada de Granma, el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista, no bastaba para recoger toda la información disponible; del 19 al 21 de julio, las noticias ocupaban la primera plana completa y otras columnas interiores.


De acuerdo con esas reseñas, los combatientes del FSLN reafirmaron su victoria militar sobre la guardia somocista al liberar extensas áreas del territorio nacional y más de 50 ciudades y poblados, y crear sus propias autoridades revolucionarias locales. Fueron cinco años de dura y desigual contienda, de elevado costo social y económico.


La victoria de Estelí, el 16 de julio del 79, completó el dominio total del FSLN en el norte del país y asesta un duro golpe al somocismo, ya al borde del desastre total. Aún así, la lucha prosigue y mientras el Frente se prepara para lanzar definitivos golpes, el tirano Anastasio Somoza entrega la suerte de su régimen al gobierno de Estados Unidos, cuyo embajador especial William Bowdler, pretendía negociar, sin éxito, con las fuerzas revolucionarias, lo que se conoció como el intento de instaurar un “Somocismo sin Somoza”.


Somoza partió en la madrugada del 17 de julio hacia Estados Unidos junto con 40 funcionarios leales y dejó un país casi totalmente liberado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Gran cantidad de cajones con papelería de los negocios oscuros de la familia Somoza siguieron el mismo camino.


Una de los primera decisiones de la victoriosa dirigencia guerrillera fue la de ordenar a los derrotados guardias la rendición incondicional. Junto a ello, la disolución total de la temida Guardia Nacional. Y el embrión de la Nueva Nicaragua: el pueblo en armas convertido en el Ejército Popular Sandinista (EPS), y el Ministerio de Interior (MININT).


Todo el norte nicaragüense, la ciudad de León, segunda en importancia del país, Masaya, Diriamba, Jinotepe, un importante tramo de la carretera entre El Rama y Juigalpa, en el departamento de Chontales, y territorios del departamento de Rivas se encontraban en manos de los combatientes revolucionarios.


La Guardia Nacional no solo se encuentra desmoralizada por la vertiginosa huída de Somoza, quien antes de partir jubiló a 100 altos oficiales con más de 30 años de servicio, entre ellos todos los generales, sino también por la sucesiva toma de numerosos cuarteles por la guerrilla.


El periodista Manuel Espinoza, portavoz del Gobierno de Reconstrucción, citado por Granma, dijo hoy (18 de julio, martes) que la información procedente de Nicaragua acerca de lo que venía ocurriendo evidenciaba que había una maniobra en marcha para instalar un somocismo sin Somoza.


En San José de Costa Rica, el Gobierno de Reconstrucción Nacional postergó su partida hacia Managua, prevista inicialmente para las 15:00 hora local.


El atraso se debe a la confusa situación reinante en la capital nicaragüense, tras la negativa a renunciar del presidente interino Francisco Urcuyo, a quien Somoza transfirió su mandato, y el recrudecimiento de los combates en el país. Soldados del régimen desertan en masa en Managua.


En Costa Rica se anunciaba, entretanto, la rendición de la Guardia Nacional, tras caer tres o cuatro ciudades que aún retenían, en manos de los combatientes del Frente Sandinista, que ya controlan la práctica totalidad del país.


Luego de su fracaso en la XVII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, efectuada en Washington a finales del mes de junio, donde los países de América Latina y el Caribe rechazaron sus propuestas intervencionistas en relación con Nicaragua, el gobierno de Estados Unidos trata, mediante ingentes gestiones diplomáticas, de hallar una solución que preserve sus intereses en el país centroamericano.


Pero como lo evidenciaron los hechos, Estados Unidos fue incapaz de cumplir sus compromisos. Urcuyo declaró que iba a permanecer en el poder hasta el año 1981, término del mandato de Somoza; anunció la constitución de un gobierno y llamó a los sandinistas a deponer las armas. Sin embargo, al día siguiente, 18 de julio, el testaferro abandonaba Managua rumbo a Guatemala.


El jueves 19 de julio, el Frente Sandinista controlaba más del 95 por ciento de Managua y a las 11:30 a.m. era tomado el búnker de Somoza, principal bastión de la tiranía, tras ser batidas varias decenas de militares somocistas que buscaron refugio en el aeropuerto internacional “Las Mercedes”, lo que motivó retrasos en los vuelos. También cayeron las instalaciones de Tiscapa, consideradas, junto con el búnker, símbolos del poder dinástico que durante 45 años asoló a Nicaragua.


Entretanto, columnas guerrilleras acompañan a los gobierno municipales de los diversos departamentos del país que se dirigen a Managua para participar en los actos protocolares de la instalación del Gobierno de Reconstrucción Nacional.


Hacia los 12:00 del mediodía una columna en la que viajaban las nuevas autoridades del departamento de Carazo, integrado por las ciudades de Diriamba, San Marcos y Jinotepe, llegó a Managua; las iglesias tocaron sus campanas a rebato, y el pueblo salió espontáneamente a la calle para recibir a los vencedores.


El arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo, llamó a través de la cadena radial “La Libertad” a los guardias nacionales a buscar amparo en templos y hospitales, a pesar de que el Frente Sandinista y el Gobierno de Reconstrucción Nacional se habían comprometido a respetar la vida de los soldados que se rindieran y de entregar a los tribunales a aquellos reconocidos por sus asesinatos.


Numerosas delegaciones diplomáticas acompañan al gabinete del gobierno de Reconciliación Nacional que llegó por la tarde al aeropuerto de Managua procedente de San José de Costa Rica a bordo del avión presidencial mexicano Quetzalcoatl II. Varios millares de personas aguardaban bajo la lluvia y a lo largo de la carretera de acceso a Managua, coreando la consigna “Patria Libre o Morir”.


La Junta de Reconstrucción Nacional llegó a su vez proveniente de León, en una caravana interminable. Reunidas en la Plaza de la Revolución, unas 300 mil personas, la mayor multitud jamás vista en Nicaragua, recibió como héroes a los miembros de la Dirección del Frente Sandinista y a los integrantes de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, que asumió formalmente el poder.


Tomás Borge, el único sobreviviente de los fundadores del Frente Sandinista, hizo la presentación de los cinco miembros de la Junta, quienes se dirigieron sucesiva y brevemente al pueblo.


En su alocución, Tomás dijo que la lucha del pueblo nicaragüense iniciaba entonces una nueva etapa contra el atraso, la ignorancia y todo lo que signifique injusticia, y llamó a estar alertas, las 24 horas, por si se pretende una intervención extranjera contra la triunfante Revolución, y señaló que, en ese caso, los pueblos del mundo, en particular los de América Latina, estarán con Nicaragua.


Previamente en León Tomás había presentado a Daniel al pueblo nicaragüense: “Es de una extraordinaria satisfacción y además un gran honor, presentar por primera vez ante el pueblo nicaragüense, ese pueblo que se ha ganado el derecho de ser considerado como uno de los pueblos más heroicos de América Latina, a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional…


“… Daniel Ortega es un viejo militante del Frente, aunque él no es viejo; ha demostrado una firmeza revolucionaria a toda prueba. Es un compañero que nosotros queremos y respetamos profundamente y no es una casualidad que el Frente Sandinista de Liberación Nacional lo haya designado para formar parte de la Junta de Reconstrucción Nacional. Si hay alguien de verdad a quien nosotros respetamos, es a Daniel Ortega”.


En su respuesta, el Comandante Daniel Ortega Saavedra, hoy Presidente de Nicaragua, expresó: “El triunfo debemos celebrarlo. El triunfo, sí, nos compromete con los que dieron su vida, con los que nos precedieron en el combate, con los que su sangre ha permitido que hoy nuestro pueblo se encuentre libre de Somoza, libre de Guardia Nacional, libre de Oficina de Seguridad, libre de soplones.


El triunfo nos compromete, sí, también con la disciplina, nos compromete también con la organización; nos compromete también con la seguridad del pueblo en general. De tal manera que queremos aprovechar el momento para pedirle a nuestro pueblo que se encuentre atento ante los actos de vandalismo, ante las actitudes que tiendan a sembrar el desorden, ya que en estos momentos no estamos luchando contra Somoza: estamos celebrando la victoria del pueblo nicaragüense. ¡Patria Libre o Morir!”



Más adelante, el Comandante Daniel advirtió a Estados Unidos de abstenerse de intervenir en los asuntos internos de Nicaragua. Fue Estados Unidos el país que apadrinó al régimen somocista y a la Guardia Nacional y en toda la historia de Nicaragua intervino en forma permanente en los asuntos del país. No queremos ahora ni intervención política ni intervención económica, dijo.

 
 
 

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